De carmín y miel eran sus besos,
esos que ya no olvido,
esos de los que soy adicto,
esos que calaron hasta los huesos.
De rojo y oro eran sus labios,
de rojo su corazón,
de oro su mente,
de sangre ardiente sus manos.
Negro su pelo largo,
profundo sus ojos negros,
alma que da miedo,
de misterio su legado.
De albero su cuerpo desnudo,
donde al ruedo salto,
lleno de deseo
y el miedo encerrado.
TCL
Muy buen poema, lleno de sensualidad, fuerza, erotismo y pasión. Felicidades.
ResponderEliminarGracias corazón! Está lleno de lo que dentro se cuece para fluir en letras. Un abrazo.
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