He atravesado océanos de tiempo
para venir a buscarte,
esperando la llegada de ese día para contemplar
con templanza lo divino y humano
y cobijarme en el seno donde la fortuna de la vida
se hace voluntad y el hecho carne.
Donde el corazón palpita fuerte
y la sangre se alborota.
Donde la guarida lejos de ser fría,
cobija el calor soñado
en un tiempo remoto que no existe.
Allí donde se para todo y solo se oye
el sonido de tu respiración,
al unísono con la mía.
Te he buscado entre las sombras de mi soledad
y te he descubierto en mi retina,
ahí donde te veo sin mirarte,
estás escondida en cada latido
y en cada marca de mi piel
que sueña con tus caricias.
He visto en ti el verbo del amor.
Donde los sueños se vuelven caricias
y las caricias amaneceres de libertad.
Eres esa luz tenue en la noche que invita al deseo,
la luna donde guardar un secreto,
el olor a incienso que embriaga el sueño.
El verbo hecho carne, la carne que invita a pecar.
Eres pecado y amor, fuego y calma, luz y oscuridad
cuando me despido por la mañana.
Donde los suspiros brotan de la melancolía
y olor a tu cuerpo envuelve
la penumbra de mi pensamiento
hasta elevarlo al infinito y poner fin
a la soledad de mi alma.
Eres aquel atardecer de rojos alardes,
de armonía crepitante.
He dibujado con mis manos tu cara
y he deseado abrazarte
con el sólo deseo de sentir
el latido de tus sentimientos.
Y dormir hasta que la luna se esconda
entre los rayos de oro que cubren los días.
Y te sueño de día, y te espero en la noche,
donde puedo refugiarme en tu pecho,
donde el calor de tu cuerpo lo hago mío,
ahí donde vivo, donde yo respiro,
porque eres mi luz y mi oxígeno, mi paz y mi vida,
mi alma impregnada de ti...
sólo a tu lado descansa.
TCL y FRCD
En colaboración con Francisco Ramón Camuñas Díaz.
Gracias, amigo, por participar.
Passionate and beautiful poem
ResponderEliminarGracias, Marina! Un abrazo!
Eliminar