La noche ha caído, la luz del día ya apagó su color. Todo queda en penumbra y a lo lejos sólo veo un resplandor.
No quiero mirar, quizás por miedo, quizás por temor a no saber que hay detrás de esa luz cegadora.
Poco a poco, casi sin querer, me voy acercando, un poco temerosa pero a la vez muy decidida, pisando fuerte.
La luz se hace más intensa, más blanca y pura, es indescriptible. Mis ojos se cierran, ya no veo, ¿qué pasa?, no siento mi cuerpo y todo se vuelve oscuro.
Abro los ojos y me veo tendida, no sé donde ni porque; de pronto aparece una imagen delante de mi, pero no puedo ver su cara. Hay mucha luz, pero su cara es oscura. Esa luz me ciega y cierro de nuevo los ojos.
De pronto una manos acarician mis piernas, sólo llevo un camisón blanco de seda; suben y suben y acarician mis pechos, mis brazos... y unos labios húmedos me dan un beso, limpio, rozando los míos.
Abro de nuevo los ojos, no veo su cara, pero puedo sentir sus manos que no dejan de acariciarme. Me siento bien, segura... De repente me cubre los ojos con un pañuelo.
Ya no acarician mi piel con las manos, ahora la cubren a besos, suaves, tiernos, tímidos. Me dejo llevar, me gusta y mi cuerpo se estremece.
No consigo mover los brazos, quiero acariciar a mi extraño amante y no puedo.
Casi sin darme cuenta noto que me hace el amor, suave, siempre muy suave, pero intenso a la misma vez.
No sé cuanto tiempo estuvimos así. Sentí mi cuerpo vibrar con una energía especial y noté como me penetraba hasta llegar a mi alma, me sentí llena de su energía, de su amor, de todos sus sentimientos, llena... de todo él.
Ya no había retorno, ya no había vuelta atrás, había pasado un extraño al fondo de mi corazón, corría por mis venas, ya formaba parte de mi hasta el punto de arder mi sangre que me abrasaba por dentro. Quería abrazarlo, besarlo, sentirlo de nuevo, pero... mis ojos seguían vendados y mis brazos inertes.
Cuidadosamente me viste y me coge en brazos, camina un tramo y me tiende, supongo en una cama. Con sumo cuidado me quita la venda, tengo miedo de abrir los ojos, por la luz, esa luz cegadora, finalmente los abro y... ¡sorpresa!.
Delante de mi estabas tú, sonriente y sereno. Fui a decirte algo y tus labios sellaron los míos con un beso intenso y lleno de amor. Luego me susurraste al oído, con una voz dulce un "te quiero, jamás lo olvidaré, espérame princesa que de otro sueño te sacaré".
Cerré mis ojos para que me besaras de nuevo, para volver a sentir tus labios... pero al abrirlos ya no estabas allí.
Triste y desconsolada aún espero que me captures de nuevo, pero ésta vez en la realidad.
Hagamos los sueños realidad para que siempre perduren en nuestros corazones.
TCL
Intenso....
ResponderEliminarVicente, soy intensa... a veces.
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