Abro los ojos y el olor a café inunda la casa, es agradable.
Me levanto descalza, me gusta sentir el frío suelo sobre mis pies.
Te oigo en la cocina, tarareando esa canción, una y otra vez.
Aún es de noche y la ciudad duerme.
Abro la ventana y dejo que la brisa me acaricie,
cierro los ojos y respiro profundo el gélido aire.
Vienes a mi con el café caliente,
me abrazas por detrás protegiéndome,
apartas mi pelo y besas mi cuello,
el dulzor de ellos amarga el café.
Tus manos tibias recorren mi piel
debajo del camisón color miel.
Fuera va despuntando el día,
los primeros rayos aparecen
y tu deseo se hace más fuerte.
Apartamos las tazas ya vacías,
descontando las estrellas que quedan vivas,
las manos cubren los senos con alevosía,
los labios calientan las carnes frías.
Un tímido rayo cruza la línea
mientras hacemos largas las caricias.
Tu pupila clavada en la mía,
el silencio nos dice maravillas,
el sonido se esconde entre gemidos
que se ahogan en besos eternos.
Agarras mis caderas con energía
me aprietas fuerte contra tu cuerpo,
siento tu erección tan mía...
Allí, mientras el sol nos mira,
me haces el amor sin prisa.
Ahora, vamos por otro café...
que amanece el día.
TCL